En resumidas cuentas, en esta amalgama de uniformidad en que nos empeñamos en meter con calzador a los niños, de forzar la igualdad entre hijos y padres borrando fronteras entre las generaciones, despreciando las actividades lúdicas espontáneas, empecinados en programar esclavizando tiempo de ocio, con este afán de suprimir los brotes de creatividad y genialidad de los hijos y alumnos... estamos matando al niño. Quizá no nos demos cuenta; pero, ahora, con urgencia, es momento de reflexionar y buscar soluciones a esta impune masacre. No nos autodisculpemos con aquello de que “entre todos lo mataron y el solito se murió”.
Hallazgo en la huerta
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A fines de abril de este año (2019), un estudiante encontró este bello
material natural, seco y pequeño (unos 5 cm de largo). Digno de integrar
una colec...
Hace 4 años
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